Su vida

A lo largo de su vida, Delibes concibe y practica un humanismo ceñido a las virtudes de la tierra. Es respetuoso con la tradición popular cuando ésta es favorable, y como cazador, se muestra atento al precario equilibrio de la naturaleza. Pero por encima de todo, es un escritor de raza, culto y sensible.

1920

Miguel Delibes viene al mundo en Valladolid el 17 de octubre de 1920. Es el tercero de ocho hermanos. Su padre, Adolfo Delibes, es catedrático en la Escuela de Comercio. El abuelo paterno del recién nacido lleva por nombre Frédéric Delibes. Se trata de un técnico francés que había llegado a España con el propósito de tender la vía férrea Alar del Rey-Santander.

Aunque el amor estaba fuera de este propósito, Frédéric quedó prendado de la abuela de Miguel en Molledo-Portolín, y allá es donde contrajeron matrimonio.

«La generación de mi abuelo —dice Delibes— todavía era francesa. Mi abuelo, Federico Delibes, vino a España a tender el ferrocarril desde Reinosa hasta Santander, y en un tramo donde hay un túnel muy largo, que es el de Molledo-Portolín, se conoce que se distrajo demasiado tiempo, y allí conoció a mi abuela, se enamoró, le dio tiempo a casarse, y ya nunca más regresó a Francia, porque se encontraba aquí muy a gusto. Y aquí murió. (...) De aquel matrimonio de mis abuelos nacieron tres hijos, dos varones y una muchacha, y lo que han podido multiplicarse estos tres hijos es la cantidad exacta de Delibes que hay en el país» («Miguel Delibes. Un castellano de tierra adentro», entrevista por Joaquín Soler Serrano, Escritores a fondo. Entrevistas con las grandes figuras literarias de nuestro tiempo, Barcelona, Editorial Planeta, 1986, pp. 17-18).

Procedente de Molledo-Portolín, el padre de Delibes creó una nueva familia con una joven burgalesa a quien conoció en Valladolid. Como ya quedó dicho, ocupaba una cátedra, concretamente de Derecho Mercantil, «y no se casó joven, sino talludito. Quizá porque entendió la vida, o tal vez porque la entendió de manera distinta que yo. [...] (Se casó) a los cuarenta y pico de años, pero así y todo tuvo ocho hijos. De manera que podemos pensar que si se casa a los veintitrés, hubiera llenado España de pequeños Delibes» («Miguel Delibes. Un castellano de tierra adentro», op. cit., p. 18). 1925

Se ve que don Adolfo procura animar a su retoño en la práctica deportiva. «A mi padre —escribe Delibes— se le adivinaba la ascendencia europea en su afición al aire libre. No es que fuera un sportman, como se decía a comienzos de siglo del señorito ocioso dado a los deportes, pero sí un hombre que con cualquier motivo buscaba el contacto con el campo. Este hecho era raro en España, no sólo a finales del siglo XIX sino en el primer cuarto del siglo XX» (Mi vida al aire libre. Memorias deportivas de un hombre sedentario, Barcelona, Ediciones Destino, 1989, p. 9).

1930

Luego de adquirir una formación primaria en el aula de las Hermanas Carmelitas de Valladolid, estudia para ser bachiller en Colegio de Lourdes, regido por los Hermanos de las Escuelas Cristianas. «Tuve una infancia normal, dentro de lo que cabe —dice el escritor—. Quiero decir que formé parte de una familia numerosa y relativamente estable, y he dicho “en lo que cabe” porque, en realidad, viví una infancia muy alegre en un aspecto, pero con accesos de melancolía más o menos acentuados. Esto lo vio bien un profesor, un fraile (...) que hizo mi semblanza y decía: Miguel tiene la mirada lánguida y un poco tristona y sin embargo es el más alegre y juguetón del grupo.

Otra característica de mi infancia —que hoy no lo es— fue mi afición a los deportes; concretamente a la caza, en compañía de mi padre, al fútbol y a la bicicleta» (Entrevista registrada en vídeo, Serie Autores españoles contemporáneos, Centro de las Letras Españolas, Ministerio de Cultura, 1987).

1936

Animado por su progenitor, sigue un curso de modelado y dibujo en la vallisoletana Escuela de Artes y Oficios. El estallido de la guerra civil coincide con su nuevo proyecto formativo: el ingreso en la Escuela de Comercio.

1938

Tras dos años de estudio de Peritaje Mercantil, el rumbo que toma el conflicto bélico le obliga a tomar una decisión trascendental. «Mi juventud —dice Delibes— se vio amargada por el más terrible de los acontecimientos que han ocurrido en España en los últimos cincuenta años; es decir, por la guerra civil. Yo no tenía más que quince años. Era un niño ya mayorcito cuando estalló, pero aquella guerra se prolongaba... y como no quería que me alistaran, tuve que alistarme yo. Hube de anticiparme para poder elegir “arma”. De esta forma pude ir con mis amigos a la Marina» (Entrevista registrada en vídeo, op. cit.).

A bordo del crucero Canarias, el marinero voluntario Delibes se convierte en testigo del enfrentamiento fratricida desde alta mar. «Lo que a mí verdaderamente me estremece en una guerra —dice— es la idea del cuerpo a cuerpo, de apuntar y disparar contra otro hombre o de saltar sobre él con la bayoneta calada. Y por aquella atracción que los hombres de tierra adentro sentimos por el mar (nosotros, acostumbrados a vivir en un mar de surcos), nos alistamos todos en la Marina. Esto ocurría en el año 1938, y aún tuve, por lo tanto, la oportunidad de vivir un año de aquella terrible guerra civil» («Miguel Delibes. Un castellano de tierra adentro», op. cit., p. 25).

1940

En medio de la confusión de la posguerra, Delibes ha de tomar nuevas decisiones en torno a su futuro profesional. Si bien su máxima pasión es el estudio de la Naturaleza, comprende que ese conocimiento de poco sirve a la hora de lograr un buen sueldo: «No conocía una carrera donde se estudiasen los animales y las plantas —entonces esto de las carreras estaba poco especializado—, así que operé por exclusión. Además, mi padre me dijo: “Elige una carrera que pueda estudiarse en Valladolid, puesto que sois ocho hermanos y no podéis ir cada uno a un sitio. No hay dinero para eso”. Entonces empecé a excluir: la de Medicina, dado que me daba cierto respeto; la de Letras, que entonces me parecía carente de porvenir... y al cabo, quedaron dos carreras que no me gustaban nada, pero que podía llegar a ejercer de alguna manera. Eran Derecho y Comercio. Terminé ambas en unos años: en Comercio alcancé el tercer grado —la Intendencia mercantil—, y en el caso de Derecho, llegué a cursar las asignaturas de doctorado, si bien nunca presenté una tesis doctoral» (Entrevista registrada en vídeo, op. cit.).

1941

Aprovechando su talento como dibujante, consigue un valioso desarrollo profesional en El Norte de Castilla, periódico del cual es caricaturista a partir del 10 de octubre de 1941. En el terreno sentimental, le cabe un anecdótico inicio: «Cuando la bicicleta —escribe— se me reveló como un vehículo eficaz, de amplias posibilidades, cuya autonomía dependía de la energía de mis piernas, fue el día que me enamoré. Dos seres enamorados, separados y sin dinero, lo tenían en realidad muy difícil en 1941. Yo veraneaba en Molledo-Portolín (Santander) y Ángeles, mi novia, en Sedano (Burgos), a cien kilómetros de distancia. ¿Cómo reunirnos? (...) Así que pensé en la bicicleta como transporte adecuado que no ocasionaba otro gasto que el de mis músculos» (Mi vida al aire libre. Memorias deportivas de un hombre sedentario, op. cit., p. 75).

1942

La publicación de su primer artículo en El Norte de Castilla, según detalla García Domínguez, es en septiembre de este año. Lleva por título «El deporte de la caza mayor». Asimismo, oposita a una plaza en el Banco Castellano, donde trabajará durante medio año.

1943

A tono con otras operaciones de la dictadura, el Tribunal de Represión contra la Masonería y el Comunismo depura a varios periodistas de El Norte de Castilla.

No es extraña dicha operación si se tiene en cuenta que el periódico «tenía un tinte liberal de izquierdas bastante acusado. Fue sometido a depuración y echaron a Francisco de Cossío, quien lo capitaneaba, y a otros tres redactores. En este momento es cuando se produce mi indecisión, porque mi padre me aconseja que me meta en el periódico, y lo mismo hace el gerente [...] Me fui a Madrid, e hice un curso acelerado que había para quienes estaban en un periódico y aún no tenían carné. De golpe y porrazo, me vi como redactor de El Norte de Castilla cuando nunca lo había pretendido» (Entrevista registrada en vídeo, op. cit.).

1944

Su primer cometido como redactor del diario vallisoletano es la redacción de críticas de cine.

1945

«Por entonces, ya tenía a medias la preparación para la cátedra de Derecho Mercantil. A los dos años de estar en el periódico, oposité a esa cátedra (...) y me concedieron la plaza en Valladolid, en la Escuela de Comercio, de manera que pude simultanear las dos actividades: la de periodista en El Norte de Castilla y la de catedrático en la Escuela de Comercio» (Entrevista registrada en vídeo, op. cit.). Curiosamente, al tiempo que en julio obtiene la mentada cátedra, atesora otro regalo del destino, pues uno de los textos que ha de memorizar para la prueba, magníficamente escrito por don Joaquín Garrigues, propicia su vocación literaria.

1946

Alternando la enseñanza y la práctica periodística, Delibes concibe un futuro apacible que le permite, por fin, fundar una familia junto a su novia Ángeles de Castro, con quien se casa el 23 de abril. El 23 de abril de 1946, Miguel Delibes se casa con Ángeles de Castro. Fueron testigos de la boda el padre del novio, Adolfo Delibes, y la tía de la novia, Elisa de Castro

1947

Nace el 12 de febrero el primer hijo de los Delibes: Miguel.

1948

«En estos años de penuria y de dificultades —dice Delibes— se iluminó mi horizonte con una carrera verdaderamente vocacional. Aunque hasta entonces no se me había ocurrido pensar que la tuviese, advertí que tenía una vocación estética. Desde que leí a don Joaquín Garrigues me di cuenta de que me atraía la escritura. Y este fue el primer chispazo vocacional, al margen del dibujo, que era una actitud espontánea [...] Seguí esa vocación escribiendo una novela [La sombra del ciprés es alargada], enviándola al premio Nadal y consiguiéndolo en [el 6 de enero de] 1948. Ahí es donde empiezan todas mis vicisitudes como escritor» (Entrevista registrada en vídeo, op. cit.).

En abril, sale al mercado dicha novela, poco después de que nazca la hija del escritor debutante, Ángeles.

1949

Su segunda novela, Aún es de día, queda maltrecha tras pasar por el lápiz rojo del censor. Con el fin de ilustrar a sus alumnos en la Escuela de Comercio, escribe una Síntesis de Historia de España, pero el libro de texto disgusta a las autoridades y sólo va a ser empleado durante un curso. Desde luego, no será ésta la única fricción de Miguel Delibes con la burocracia del régimen. Viene al mundo su hijo Germán.

1950

El camino, su tercera novela, vigoriza la posición del escritor en el mundillo de las letras españolas. Nace su hija Elisa.

1952

La carrera de Miguel Delibes toma un rumbo favorable cuando es nombrado secretario de la Escuela de Comercio y subdirector de El Norte de Castilla.

1953

Poco antes de publicar Mi idolatrado hijo Sisí, envía la siguiente carta a su editor, José Vergés: «Valladolid, 9 de marzo de 1953. Querido amigo; recibo su carta y, con esta fecha, escribo a Pérez Embid para que se active la resolución de mi libro en censura. Estoy de acuerdo con usted. El camino, a mí, me parece mucho mejor que Mi idolatrado hijo Sisí, e incluso le parecerá mejor a la crítica, pero la gente pide más novelón, más asunto y más problemas, razón por la que creo que Sisí tendrá mejor venta» (Miguel Delibes, Josep Vergés, Correspondencia, 1948-1986, Barcelona, Ediciones Destino, 2002, p. 102).

En paralelo a este trayecto intelectual, Delibes fortalece dos aficiones de pareja importancia, la caza y la pesca. «Yo me engolosiné con la pesca de mar —escribe— al mismo tiempo que con la de trucha, sobre 1953. Y hasta recuerdo que en mi primer lance con cucharilla desde la punta del espolón, en Suances, tuve la fortuna de enganchar una lubina de ración. Me habían dicho que la lubina era la trucha de mar y entraba a la cucharilla con la misma voracidad que ésta. El primer intento pareció confirmar esta afirmación, pero lo curioso es que aunque repetí el lanzamiento centenares de veces aquel verano, cambiando el color y el tamaño del artilugio, desde tierra y a la cacea, las lubinas no volvieron a sentirse estimuladas. No volví a agarrar una lubina con cucharilla. En lo sucesivo, pesqué a fondo, en la ría, con caña larga, cebo vivo y carrete grande, de mar» (Mi vida al aire libre. Memorias deportivas de un hombre sedentario, Barcelona, Ediciones Destino, 1989, p. 132).

1954

Sale de imprenta La partida.

1955

Su novela Diario de un cazador, publicada este mismo año, obtiene el Premio Nacional de Literatura. Recibe una generosa invitación del Círculo de Periodistas de Chile con el fin de que visite dicho país. Será éste el primero de varios viajes al extranjero, que luego han de tener una oportuna traducción literaria en forma de libro.

Adolfo Delibes, padre del escritor, muere el día 5 de agosto.

1956

Llega a manos de los lectores el libro de viajes Un novelista descubre América (Chile en el ojo ajeno). Nace Juan, el quinto de sus hijos.

1957

Siestas con viento sur, una excelente colectánea de relatos, sale a la venta en mayo y recibe el Premio Fastenrath.

Al tiempo que crece la difusión internacional de la obra de Delibes, también estrecha los lazos de amistad con su editor, Vergés, quien le escribe las siguientes líneas el 2 de noviembre de 1957: «Con la velocidad habitual en nuestros correos, llegó hace un par de días tu Diario de un emigrante. Lo he leído de un par de tirones y al terminarlo esta noche me ha parecido oír pasar el expreso de Galicia. Realmente ese Lorenzo es todo un tipo humano y, al encontrarlo de nuevo, parece que reanudes la conversación con un viejo amigo. Veo que el hombre habla ahora más fuerte que antes, seguramente como consecuencia del matrimonio, pero su candorosa personalidad es tan irresistible como en El [diario de un] cazador» (Miguel Delibes, Josep Vergés, Correspondencia, 1948-1986, Barcelona, Ediciones Destino, 2002, p. 161).

1958

Diario de un emigrante ya ocupa los estantes de las librerías. Si bien se trata de una secuela de Diario de un cazador, el nivel de calidad estilística no ha sufrido menoscabo alguno con respecto a ese precedente.

Ocupa el puesto de director en El Norte de Castilla.

1959

Una beca de la Fundación March le permite completar su nueva novela, La hoja roja.

En París, participa en el Congreso por la Libertad de la Cultura.

1960

Según indica García Domínguez, Delibes lanza este año los 180 ejemplares de Castilla, un volumen de crónicas rurales con grabados de Jaume Pla. En 1964, esas páginas disfrutarán de una edición convencional, esta vez bajo el rótulo Viejas historias de Castilla la Vieja.

El hogar de los Delibes acoge a un nuevo vástago, Adolfo.

1961

Publica Por esos mundos: Sudamérica con escala en las Canarias, una crónica viajera que abarca la geografía anunciada en su título.

1962

Sale de imprenta la primera edición de Las ratas, novela que merece el Premio de la Crítica y consigue prolongar —y acaso ampliar, por vía narrativa— la crítica social que Delibes había plasmado previamente en las páginas de El Norte de Castilla.

Lamentablemente, el escritor ya no podía acometer ese propósito en forma de artículos, dado que la censura hizo cuanto pudo para silenciar esa denuncia periodística de la mala situación del campo castellano.

La actriz y realizadora Ana Mariscal, embarcada en un singular proyecto de cine neorrealista «a la española», adapta a la gran pantalla la novela El camino.

Con ello se inaugura un ciclo de versiones de la literatura delibesiana en el que cabe hallar títulos tan significativos para el cine ibérico como Retrato de familia (1976), de Antonio Giménez-Rico; La guerra de papá (1977), de Antonio Mercero; Los santos inocentes (1984), de Mario Camus; El disputado voto del señor Cayo (1986), de Giménez-Rico; El tesoro (1988), de Mercero; La sombra del ciprés es alargada (1990), de Luis Alcoriza; Las ratas (1996), de Giménez-Rico, y Una pareja perfecta (1998), de Francesc Betriú.

Fallece la madre del escritor, María Setién.

Nace el séptimo de los hijos de Delibes: una niña a la que llamarán, por coincidencia literaria, Camino. 1963

El pulso que el director de El Norte de Castilla mantiene con las autoridades acaba forzando su dimisión. Este hecho tiene una lectura obvia, ratificando su postura a favor de la libertad de prensa.

La caza de la perdiz roja y Europa, parada y fonda son los dos nuevos títulos del escritor que llegan al mercado este año. El primero incluye hermosas fotografías de Oriol Maspons; el segundo resume las impresiones del viajero Delibes por Alemania, Francia y Portugal.

1964

Dos nuevas entregas del narrador salen a la venta: Viejas historias de Castilla la Vieja y El libro de la caza menor. Asimismo, Vergés lanza el primer tomo de la Obra completa de Delibes. Una vez más, sale al extranjero, en este caso para permanecer durante medio año en los Estados Unidos, ejerciendo como profesor visitante en el Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Universidad de Maryland.

1965

Llega a las pantallas la superproducción Doctor Zhivago, de David Lean, rodada en buena parte en escenarios españoles. Confirmando su inclinación cinéfila, participa Delibes en el doblaje al español de dicha película, o mejor dicho en «la versión definitiva de unos diálogos, burdamente traducidos, del inglés. (...) La Metro, productora del filme, me facilitaba el número de sílabas y yo había de ceñirme a él» (He dicho, Barcelona, Editorial Destino, 1996, p. 155).

El escritor inaugura un proyecto muy querido: el Aula de Cultura de El Norte de Castilla. El primer conferenciante es el filósofo Julián Marías.

1966

El 2 de agosto, el editor Vergés le envía una carta elogiosa: «He recibido tu novela Cinco horas con Mario —escribe— y he leído el libro de una tirada. Con esto queda expresado el interés que me ha suscitado. Ni por un momento he encontrado el monólogo fatigoso, repetido o falto de interés o autenticidad. Es, a mi entender, una pequeña pieza maestra de observación psicológica femenina y el retrato de una sociedad y unas ideas que por desgracia y vergüenza nuestra son muy reales» (Miguel Delibes, Josep Vergés, Correspondencia, 1948-1986, Barcelona, Ediciones Destino, 2002, p. 278).

Además de Cinco horas con Mario, el público lector disfruta este año del libro de viajes USA y yo y del segundo tomo de la Obra completa.

1968

En La primavera de Praga, Delibes recoge sus experiencias en Checoslovaquia, y consigna el impulso aperturista que indica el título del volumen. Un impulso que, por cierto, fue violentamente malogrado por culpa de la característica intolerancia de las autoridades soviéticas.

Además del tercer volumen de la Obra completa, da a conocer una colección de artículos que lleva por título Vivir al día.

1969

Sale a la venta Parábola del náufrago.

1970

Es éste un año rico en ediciones para Miguel Delibes. Dejando aparte la cuarta entrega de la Obra completa, el escritor publica una serie de crónicas de caza, Con la escopeta al hombro; otro volumen de relatos, titulado La mortaja; y una miscelánea destinada al público más joven, Mi mundo y el mundo.

1972

Revelando una faceta de diarista nada desdeñable, el escritor entrega a la imprenta las anotaciones que componen Un año de mi vida. Al igual que ocurre con el contenido de los volúmenes Vivir al día y Con la escopeta al hombro, estas páginas ya han aparecido previamente en la prensa.

Asimismo, resume la situación del sector cinegético en la monografía La caza en España. Entre líneas, esta obra da a entender la visión que de la ecología tiene Delibes. «Sin duda —escribe— el amor por la naturaleza y la proclividad al aire libre nos viene a los Delibes por línea paterna, tal vez de la Gascuña.

Yo asumí esta inclinación para llenar mis ocios, pero mis hijos hicieron de ella medio de vida: cuatro biólogos y un arqueólogo salieron de una camada de siete hermanos» (Mi vida al aire libre. Memorias deportivas de un hombre sedentario, op. cit., p. 37).

1973

La Real Academia de la Lengua lo elige miembro el 1 de febrero para que ocupe el sillón e minúscula. Publica la novela El príncipe destronado.

1974

Ángeles, la esposa de Miguel Delibes, fallece prematuramente el 22 de noviembre. Su ausencia va a significar una gran tragedia en la vida del escritor, quien queda sumido en el desconsuelo.

1975

Cumpliendo con el protocolo académico, Delibes lee el 25 de mayo el discurso de ingreso, titulado El sentido del progreso desde mi obra. En buena medida, se trata de un alegato ecologista, muy hermosamente escrito. «Es un gran honor —dice— lo que ha hecho la Academia conmigo. Es un gran honor distinguirme y llevarme a la institución, es un inestimable honor, pero en mi discurso de ingreso ya advertí que yo me consideraba tanto humano como literariamente poco académico, por lo menos en el sentido tradicional que damos a este término (...) Por otro lado, pienso que mi labor dentro de la Academia podrá ser más bien escasa (...) pero últimamente parece que he encontrado una manera de colaborar con ellos en el sentido de que advierto en la última edición del diccionario muchas definiciones defectuosas, y muchas omisiones graves en lo que se refiere a la vida de la naturaleza y de los pájaros» («Miguel Delibes. Un castellano de tierra adentro», op. cit., p. 26).

Los comercios de librería ya disponen de la nueva novela de don Miguel, Las guerras de nuestros antepasados, y del tomo quinto de su Obra completa.

1976

Con el muy significativo título de SOS. El sentido del progreso desde mi obra, los lectores pueden disfrutar del discurso de ingreso en la Academia, acompañado por otros dos ensayos del mismo jaez.

1977

Salen a la venta dos volúmenes que resumen la pasión cinegética y pescadora del novelista: Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo y Mis amigas las truchas.

1978

Publica la novela El disputado voto del señor Cayo. Dado el contenido de esta obra, no está de más recordar que Delibes lleva décadas denunciando la situación de sus paisanos que se dedican a los oficios del campo. Así, escribe por estas fechas lo siguiente: «La escasa ilustración del hombre de campo en Castilla, sus condiciones de vida, siempre estrechas y, a menudo, insuficientes, le hicieron caer, desde antiguo, bajo la arbitrariedad del cacique. En Castilla la Vieja, tierra de minifundios, se ha ido debilitando, sin embargo, la institución caciquil, en el último medio siglo, hasta desaparecer del todo en no pocas circunscripciones. Mas el bracero, el modesto colono, el aparcero, siguen alentando bajo un vago sentimiento de desamparo, de temor, que los inclinan a situarse espontáneamente bajo la protección del poderoso o del que consideran tal» («Sumisión», en Castilla, lo castellano y los castellanos, fotografías de Alberto Viñals, Barcelona, Editorial Planeta, 1979, p. 69).

1979

Con dirección de Josefina Molina y protagonizada por Lola Herrera, se estrena la versión dramatizada de Cinco horas con Mario. El éxito de público y crítica convertirá a esta representación en uno de los grandes acontecimientos del moderno teatro español.

La excelente antología Castilla, lo castellano y los castellanos, citada pocas líneas más arriba, llega hasta los lectores con introducciones del propio escritor a cada una de sus secciones.

1980

Recibe el homenaje del VII Congreso Nacional de Libreros, organizado en Valladolid. El afecto que le demuestra dicho gremio no es casual, tanto por lo mucho que aprecian los lectores la obra delibeana como por el modo en que el escritor suele elogiar a los buenos comerciantes del ramo.

1981

El diario cinegético Las perdices del domingo y la magistral novela Los santos inocentes, obra cumbre de la producción de Delibes, centran la atención de comentaristas y admiradores.

1982

La bibliografía delibeana se enriquece con tres nuevos volúmenes: Dos viajes en automóvil, Tres pájaros de cuenta y El otro fútbol.

El escritor vallisoletano y su colega Gonzalo Torrente Ballester reciben el 21 de abril el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

1983

Investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Valladolid, completa las glorias de este año con una nueva entrega novelesca, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso.

1984

Reconociendo los méritos de su paisano, los responsables de la Junta de Castilla y León le otorgan el Premio de las Letras.

1985

Publica la novela El tesoro y el ensayo La censura de prensa en los años 40 (y otros ensayos). Es nombrado por el Gobierno francés Chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres.

1986

Nuevos honores van sucediéndose en la agenda del escritor: desde el 6 de septiembre es ya Hijo Predilecto de la Ciudad de Valladolid.

Reiterando su interés por la esencia castellana y las inquietudes más acuciantes de la región, da a conocer el libro Castilla habla.

1987

Publica una nueva novela, 377a, madera de héroe, que coincide en las librerías con el texto de la versión teatral de La hoja roja.

Es investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid.

1988

Atento como siempre a los niños lectores, les dedica el libro Mi querida bicicleta.

1989

Publica Mi vida al aire libre. Memorias deportivas de un hombre sedentario y asiste al éxito de la versión teatral de Las guerras de nuestros antepasados.

1990

Otro volumen misceláneo, Pegar la hebra, se añade a la biblioteca delibeana.

Como tributo de admiración de los lectores alemanes, es investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de El Sarre.

1991

Inevitablemente, los lectores de la nueva novela de Delibes, Señora de rojo sobre fondo gris, advierten que, aun en medio de la ficción, sobrevuela sus páginas la memoria de Ángeles, la esposa del escritor.

Por decisión del Ministerio de Cultura, Delibes recibe el Premio Nacional de las Letras Españolas.

Asimismo, protagoniza el curso El autor y su obra, que dirige José Jiménez Lozano en los Cursos de Verano de El Escorial. Por otra parte, el V Congreso de Literatura Española Contemporánea, celebrado en las aulas de la Universidad de Málaga, también centra toda su atención en el escritor. En este caso, la actividad congresual es coordinada por Cristóbal Cuevas García.

1992

El Centro de las Letras Españolas organiza en Madrid un encuentro con el novelista, motivado por la reciente concesión del Premio Nacional de las Letras Españolas.

1993

Año éste de reconocimientos públicos, cumplidos y homenajes, que incluye citas como la concesión de la Medalla de Oro de la Provincia de Valladolid, a la cual sigue un ciclo de conferencias, una exposición conmemorativa y, ya en el costado cinematográfico, un ciclo sobre las adaptaciones de la obra delibeana en la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Dichas proyecciones concluyen con la entrega de la Espiga de Oro a Delibes, quien de ese modo recibe el máximo premio de tan prestigioso certamen.

La cosa no acaba ahí, pues la Universidad de Valladolid da el nombre de Miguel Delibes a su nuevo campus, y ya en diciembre, el escritor recibe la noticia de que se le ha concedido el Premio Cervantes.

1994

El rey Juan Carlos I entrega a don Miguel el Premio Cervantes. Con ocasión de este acontecimiento, se publica un volumen colectivo, Miguel Delibes, Premio Miguel de Cervantes 1993, en el que toman la palabra el escritor y sus amigos y los más destacados analistas de su obra.

1995

Recuperando al personaje central de Diario de un cazador y Diario de un emigrante, Delibes da forma a su nueva entrega novelesca, Diario de un jubilado.

1996

La colectánea He dicho sale al mercado pocos meses después de que la Universidad de Alcalá de Henares celebre los méritos del novelista durante su investidura como Doctor Honoris Causa.

1997

La Asociación de la Prensa de Valladolid crea el Premio de Periodismo Miguel Delibes. 1998

Al tiempo que aparece su admirable novela El hereje, el destino le depara una contrapartida cruel: una dolencia cancerígena.

1999

Gracias a El hereje, obtiene el Premio Nacional de Narrativa. Asimismo, le es concedida la Medalla de Oro del Trabajo.

2000

Aunque sus paisanos le homenajean y procuran alegrar su ánimo con una lectura pública de El hereje durante la Feria del Libro de Valladolid, el escritor confiesa a su amigo César Alonso de los Ríos las penas que le afligen una vez superada la enfermedad: «Yo puse fin a El hereje el mismo día que me diagnosticaron un cáncer. Esto fue en mayo de 1998. Pensé que acababa de cerrar mi carrera, es decir, que dentro de la contrariedad, la declaración de la enfermedad al concluir El hereje había sido oportuna. La operación —que en realidad fueron tres— terminó en 1999. ¿Qué había ocurrido? La cirugía ha progresado, y al despedirme, el doctor me dijo: “Delibes, no le he operado a usted, le he curado” y, en efecto doy por buenas sus palabras. El cáncer ha pasado a la historia. Es una anécdota en mi vida. Pero ¿quedó todo como estaba? Evidentemente no. Los trastornos, las molestias, los dolores que acompañan a las funciones más elementales del cuerpo humano en un lento proceso de adaptación se prolongan ya demasiado. De momento, he tenido que cambiar de vida, aislarme. Pero ya no he vuelto a ser el que era. No puedo escribir. No me atrevo a afrontar una entrevista mano a mano. Mi pesimismo, con el que ya nací, ha ido en aumento. Me ha confirmado que la vida es corta, que da poco y que, en general, salvo momentos fugaces, es poco agradable. Viudo desde 1974, la soporto gracias a la compañía de mis hijos y mis nietos, con muchos de los cuales ya se puede hablar de todo. Solo, mi situación hubiera sido irresistible» (Entrevistado por César Alonso de los Ríos, El Semanal, 2 de abril de 2000, s. p.).

2001

Lee el discurso que sirve de colofón al Segundo Congreso de la Lengua Española. En sus palabras queda de manifiesto su interés por la oralidad: «Debo confesar una limitación: siempre he escrito de oído, con la regla y el estilo de aquellos a quienes previamente he escuchado para luego cederles la palabra. Si los comentaristas literarios han dicho que soy antes que nada creador de personajes, son estos personajes los que ponen voz a mi literatura. No en vano, he pasado más de seis décadas siguiendo el rastro de las palabras y expresiones ajenas, para intentar encontrar las mías propias. Y a estas alturas puedo decir que, en buena medida, una manera de ser es una manera de hablar» (Discurso de clausura del II Congreso de la Lengua Española, Valladolid, 19 de octubre de 2001).

El Día Mundial del Teatro es festejado en Valladolid con una Trilogía teatral Delibes, integrada por las celebradas adaptaciones escénicas de La hoja roja, Cinco horas con Mario y Las guerras de nuestros antepasados.

2002

Para los estudiosos del escritor supone todo un acontecimiento la publicación de su Correspondencia con el editor José Vergés, fechada entre 1948 y 1986.

2003

Se reeditan varios de sus relatos en el volumen Tres pájaros de cuenta y tres cuentos olvidados.

2010

El 12 de marzo fallece Miguel Delibes en Valladolid a los 89 años.

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Manuela Calle Caminero

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